miércoles, 10 de julio de 2019

Marco Histórico de la obra


Se menciona solamente el hecho del levantamiento de unos indios contra los abusos de los patrones de las haciendas.

Referencia al tiempo posterior del presidente Gabriel García Moreno que durante su segundo mandato, que fue de 1869 a 1875,

 “...En esa época el único que tuvo narices prácticas fue el Presidente García Moreno. Supo aprovechar la energía de los delincuentes y de los indios en la construcción de la carretera a Riobamba...”

En la obra se evidencia claramente los estatus sociales:

-Los de clase alta, conformados por Alfonso Pereira, Julio Pereira, los Hermanos Ruata, Mr. Chapy y el cura, que poseían buena ropa, tenían comida, eran los explotadores, y tenían el poder sobre los indios. Estatus social alto.

-Los de clase baja, conformados por los indios, los cholos, los mingueros, los chagras; poseen harapos, no tienen comida, son los oprimidos, son los explotados. Estatus social bajo.

En la obra pudimos ver que los que tienen bastante dinero son los de clase alta, ya que son capaces hasta de construir una carretera, para luego explotar petróleo; mientras que los de clase baja no tenían casi nada, ya que ni comida sana y saludable les otorgaban y apenas contaban a lo mucho con cinco sucres (moneda nacional de Ecuador), cuando a los de clase alta les había costado entre cinco y diez sucres la compra de cada indio.Mar

Vocabulario de la obra


1 Cotones
Son unas camisas de bayeta azul que usan los negros e indios domésticos para asistir a sus labores o haciendas de sus amos; y nombre propio de unos tejidos franceses listados de azul y blanco. camisas
2 trincar Es sorprender en delito sujetar Liberar
3 rodeo Se dice del lugar donde se reúne el ganado, y también de la acción de reunirlo y del conjunto del ganado reunido. ambages
4 pinganilla Elegante, bien vestida. Elegante Informal
5 zambo especie de calabaza, elemento importante en la cocina popular ecuatoriana
6 pretil Muerte o vallado que se pone en los puentes y en otros parajes para preservar la caída. balaustre
7 nigua Es un insecto parecido a la pulga, pero mucho más pequeño y de trompa más larga. Las hembras fecundas se introducen bajo la piel y las uñas de personas o animales para poner los huevos de los que salen sus crías, que provocan intensa picazón y úlceras. Insecto
8 pongo Indio del servicio doméstico gratuito. Servidumbre
9 Amañar: convivir maritalmente sin cumplir trámites legales o religiosos Unión libre Matrimonio
10 latifundio Finca rústica de gran extensión Finca
11 plusvalía Instrumento de valor de una cosa debido a circunstancias que no dependen de la voluntad del dueño. excedente Falto
12 Guarapo Es una bebida que se hace de miel de cañas dulces, hace sudar mucho y es provechosa a la orina. bebida
13 cholo mestizo de indio y blanco
14 cuentavos Indio que tiene a su cargo las reses de la hacienda.
15 chacrama Indio cuidador de las sementeras Cuidador
16 farfullas se dice de las personas alocadas loco Cuerdo
17 Dius sulu pay Forma de agradecer india gracias
18 shacta Aldea del campesino Barrio
19 cutules Hojas que envuelven la mazorca de maíz
20 Chasquibay Lamentaciones de los deudos ante el cadáver
21 Chugchidor Gente pobre que después de la cosecha recoge el grano olvidado
22 latifundismo Tipo de distribución de la propiedad de la tierra caracterizado por el predominio de los latifundios.
23 minga Es el trabajo colectivo. La cooperación en la cosecha y otros trabajos
24 Estanco Tienda donde se vende aguardiente licorería
25 Estacó No querer seguir el camino. Pararse seguir


No. Palabra Definición Sinónimos Antónimos
1 Anacrónico Error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió, y, por ext., incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde. Impropio, incongruente
2 Arí Sí En efecto
3 Asho Perro
4 Cari Hombre
5 Carishina Mujer de pocos escrúpulos sexuales. Se desenvuelve como hombre.
6 Chaguarmishqui Bebida dulce. Se saca de la savia fermentada del cogollo del cabuyo.
7 Chapo Mezcla de cualquier harina o agua.
8 Chaquiñan Sendero en zigzag que trepa por los cerros.
9 Cucayo Comestibles que se llevan en los viajes.
10 Estanco Tienda donde se vende aguardiente.
11 Facunero Tubo de caña o de metal por donde se sopla para avivar el fuego
12 Farfullas Persona alocada.
13 Garúa Llovizna Rocío
14 Guarmi Hembra. Hábil en los quehaceres domésticos.
15 Güiñachischca Servicia a quién se le ha criado desde niña.
16 Hoshotas Alpargatas de indio. Pantufla
17 Huasca Lazo de pellejo de res.
18 Huasicama Indio cuidador de la casa del amo.
19 Jachimashay Costumbre de bañar a los muertos para que realicen en regla su viaje eterno.
20 Ñucanchic Nuestro o nuestra.
21 Probana Obsequio para probar.
22 Ricurishca Placer. Cosa muy agradable.
23 Shacta La casa del campo, del pueblo.
24 Soroche Enfermedad de los páramos por la altura.
25 Sucshi Forma de espantar a los perros.



PALABRA DEFINICION SINONIMO ANTONIMO
1) Matrona Mujer especialmente autorizada para asistir a las parturientas comadrona …………….
2) huasipungo Parcela de tierra en donde el indio levanta su choza y hace sus pequeños cultivos. ………… ………….
3) latifundista Persona que posee uno o varios latifundios. Dominador Dominado
4 ) beata Persona que lleva hábito religioso sin vivir en comunidad ni seguir regla determinada. Piadosa Impía
5) alón Dicho especialmente de un sombrero indígena ……………. ……………..
6) garúa Llovizna Lluvia Claridad
7) cotona Camiseta fuerte de algodón, u otra materia, según los países ……….. ………….
8) apache Se dice del indio nómada de las llanuras de Nuevo México, caracterizado por su gran belicosidad ………. ……………
9) alelado Dicho de una persona: Lela o tonta. Terco Modesto
10) vihuela Instrumento musical de cuerda, pulsado con arco o con plectro Guitarra …………
11) atavió Compostura y adorno Traje desarreglarse
12) boñiga Excremento del ganado vacuno Mugre /Popo Limpieza
13) bayetas Paño que sirve para limpiar superficies frotándolas. Trapo ………………
14) huasca Que sirve de cuerda o látigo Fusta caricia
15) olloco Planta ecuatoriana ……….. …………..
16) empolla Ampollar (ǁ hacer ampollas en la piel). Pompa …………….
17) cucayo Provisiones de boca que se llevan en el viaje. …………. …………….
18) algazara Ruido de muchas voces juntas, que por lo común nace de alegría. Ruido Paz
19) sinapismo Persona o cosa que molesta o exaspera. …………….. ……………
20) modorra Dicho de un operario: Que se ha azogado en las minas. Adormecimiento Insomnio
21) pesquisante Información o indagación que se hace de algo para averiguar la realidad de ello o sus circunstancias Inspección Desinterés
22) pringosa Que tiene pringue o está grasiento o pegajoso. Viscuosa Liso
23) tugurio Habitación, vivienda o establecimiento pequeño y mezquino. Choza …………
24) rubricando Que rubrica o firma. rótulo ………….
25) yunto Par de bueyes, mulas u otros animales . …………… ………………



Palabra Significado Sinónimo Antónimo
1. Amañar: Desobedeció los anatemas del taita curita para amañarse con la longa que le tenía embrujado Amaño: convivir maritalmente sin cumplir trámites legales o religiosos
2. Cotona: Después de limpiarse en el revés de la manga de la cotona Camisa de algodón que usan los campesinos
3. Cholo: Jamás consentiría que se case con un cholo Se define cholo como “mestizo de indio y blanco
4. Guarapo: Juana expendía como de costumbre en el corredor guarapo y treintaiuno a una decena de indios que devoraban y bebían sentados en el suelo bebida elaborada con el jugo de la caña de azúcar
5. Indigenismo:
Condición de indígena. Estudio de los pueblos indígenas americanos. Movimiento político social americano a favor de la rehabilitación cultural y étnica del movimiento indígena.
6. Huasipungo: Pedazo de tierra designado por el patrón o hacendado al indio como pago de su mano de obra y servicios.
7. Latifundio: Finca rústica de gran extensión
8. Plusvalía: Instrumento de valor de una cosa debido a circunstancias que no dependen de la voluntad del dueño. En la teoría marxista, beneficio que obtiene el empresario. encarecimiento, sobreprecio, incremento
9. Postura: Vestimenta completa, muda” y se especifica que este es el significado de la palabra en Ecuador. apuesta - gesto - presa - puesta - situación

10. Rodeo: Ahora que fuimos al rodeo circunvalación, vuelta, desvío, desviación, descarrío, extravío, apartamiento:

Figuras literarias de la obra


Entre las figuras literarias presentes en la novela tenemos:


1. Exclamación: Usada para exaltar lo grande y sublime de los pensamientos: "!Juanaa! ¡Aquí está el señor Cuchitambo!"


2. Prosopopeya: O personificación trata de atribuir cualidades de seres humanos a objetos inanimados: "El agua flagelaba sobre la tierra filtrándose por las gargantes de los cerros".


3. Hipotiposis: O descripción, trata de resaltar con suma vivacidad los objetos, personas, lugares que parece que los tenemos en frente: "El ferrocarril del sur, tren de via angosta penacho de humo nauseabundo, lluvia de chispas de fuego..."

Recursos literarios de la obra


Recursos formales
 es cuando los indios movidos por el hambre y la desesperación van en la noche como almas en pena a través del campo y desentierran la res que emana un terrible olor fétido para luego dar de comer esta comida dañada a sus familias, y que en el caso del indio Chiliquinga terminaría con la vida de su Cunshi, lo cual le da un giro tremendo a la historia ya que él haría todo por darle una sepultura decente a su mujer, pero aquellas acciones desencadenan la más cruel reacción por parte del hacendado.

Recursos del contenido
publicación de su primera novela, Huasipungo (1934), hizo que las autoridades ecuatorianas se arrepintieran de haber censurado su anterior obra teatral, pues el libro constituyó no sólo una salvaje crítica a la actitud de los terratenientes respecto de los indígenas, sino que, además, tuvo un enorme éxito de público y fue traducida a varios idiomas.

Tiempo y espacio de la obra


El espacio de la novela Huasipungo, se sitúa en su mayor parte en la hacienda Cuchitambo (propiedad de Alfonso Pereira), que esta situado a las afueras de la capital de Quito, Ecuador.

Pero esta no sólo se realizó en dicho lugar ya que también al principio de la obra y conforme van pasando los sucesos se habla también de la capital de Quito y las afueras de la hacienda Cuchitambo.


El Tiempo es lineal ya que la narración tiene un comienzo y éste va evolucionando hasta que llega a su fin. El valor de la narración está en la construcción coherente de la trama.

Temas y problemáticas de la obra


Su tema y eje central es:

-La explotación por parte de los hacendados hacia los indígenas.

Entre sus subtemas está:

-Pobreza extrema .

-Tala de árboles y destrucción de los bosques.

-La miserable vida del indio en el campo.

-La explotación de los esclavos.

-La cotidianidad en los huasipungos.

-Los asesinatos de indígenas.

-La protesta indígena

Análisis de los personajes


Don Alfonso Pereira
Considerado un caballero de la alta sociedad de Quito. De mejillas rubicundas y lustrosas.

Doña Blanca Chanique de Pereira
Matrona de las iglesias

Doña Lolita
Hija adolescente de Don Alfonso.

Tío Julio
Poderoso tío de Don Alfonso. De gruesa figura, cejas pobladas, cabellera entreacana y ojos de mirar retador. Tiene la costumbre de hablar en plural.

Mr. Chapy
Gerente de la explotación de la madera en el Ecuador. Un Estadounidense (“gringo”) de grandes recursos y millonarias conexiones en el extranjero.

Policarpio
el mayordomo de la hacienda Cuchitambo de Don Alfonso Pereira.

Andrés Chiliquinga
Indio de la hacienda de Don Alfonso. Encabeza la resistencia de los indios durante el desalojo de los huasipungos.

Jacinto Quintana
mestizo de apergaminada robustez. Teniente político del pueblo, cantinero y capataz. Corrupto y autoritario. Desprecia y maltrata a los indios.

Juana
Mestiza. Esposa de Jacinto Quintana. Mantiene ocasionales relaciones amorosas con Don Alfonso y el cura.

Gabriel Rodríguez
Conocido como “Tuerto” Rodríguez es un mestizo de gruesas y prietas facciones, mirada desafiante en su único ojo. De cinismo alelado y retador al responder o interrogar a la gente humilde.

Argumento de la obra


La obra se desarrolla con el personaje indígena de Andrés Chiliquinga, quien trabaja en la hacienda de uno de las personas más adineradas de la época, Don Alfonso Pereira. En el inicio de esta se narra la situación económica en la que se encontraba Pereira, quien después de hacer caso al consejo de su tío decidió viajar al oriente para iniciar la explotación maderera.
Inicialmente Don Alfonso se muestra como un patrón justo, sin embargo, después empieza a maltratar a sus trabajadores, se aprovecha de sus esposas, quienes eran violadas por él y por sus terratenientes, las horas de labores aumentaban considerablemente, en definitiva, la injusticia reinaba en aquel sitio.
Existía una explotación muy obvia, pero en lugar de realizar algo para hacer prevalecer la salud y el bienestar de los trabajadores y sus familias, aparece El Cura del pueblo, un hombre que se aprovechó de sus hábitos religiosos para ganar dinero, pues cobraba grandes cantidades para realizar los entierros, y con el fin de asegurarse que los indígenas se conviertan en sus clientes, les manifestaba que si sus familiares no eran enterrados correctamente irían al infierno.
Cada día transcurrido se convertía en una herida para el pueblo trabajador, quien fielmente realizaba sus trabajos dejando en segundo plano su seguridad y salud; para alimentarse tenían que llegar al extremo de desenterrar animales y convertirlos en su festín.
La desesperación aparece en el pueblo cuando Don Alfonso realiza un contrato con negociantes de Estados Unidos, quienes de un momento a otro llegan al pueblo para desalojar a los indígenas de sus viviendas; es allí cuando terminó la paciencia de los trabajadores, quienes decidieron luchar por lo que les correspondía, pero el poder económico pudo más y de aquel lugar solo quedaron recuerdos que se perdieron en un río de sangre indígena.

Resumen de la obra


Cuando la obra se inicia, don Alfonso Pereira, dueño de la hacienda Cuchitambo, salió colérico una mañana de su casa dando un portazo y mascullando una veintena de maldiciones. 

Su hija, una niña inocente de diecisiete años, había sido deshonrada por un cholo de apellido Cumba: “Tonta. Mi deber de padre. 

Jamás consentiría que se case con un cholo.  Cholo por los cuatro costados del alma y del cuerpo.  Además… El desgraciado ha desaparecido.  Carajo…”, terminó diciendo Alfonso Pereira mientras coadyuvaba su mal humor los recuerdos de sus deudas, sobre todo los diez mil sucres que le debía a su tío Julio Pereira. 

No tardó éste en avecinarse al sobrino para hacer efectivo su cobro.  Sabiendo que el sobrino no tenía el dinero adeudado, don Julio Pereira se apresuró a proponerle un “negocio”.

Le dijo que Mr. Chapy, el gerente de la explotación de la maderera en el Ecuador, ofrecía traer maquinarias para explotar las excelentes madreras habidas en sus propiedades, lo cual exigiría limpiar de huasipungos (huasi: casa; pungo: puerta; parcela de tierra que otorga el dueño de la hacienda a la familia india por parte de su trabajo diario) las orillas del río.

Fueron muchas las objeciones que Alfonso Pereira puso a las proposiciones del tío, pero aun sabiendo que se metía en la boca del lobo, cedía al fin, ante el recuerdo de su honor manchado. 

En pocas semanas don Alfonso Pereira arregló cuentas y firmó papeles con el tío y Mr.  Chapy.

Y una mañana salió de Quito con su familia llegando a los pocos días al pueblo de Tomachi. 

La mitad del camino fueron cuatro indios quienes tuvieron que llevar sobre sus espaldas a don Alfonso, a su mujer doña Blanca Chaique de Pereira, madre de la distinguida familia, un jamón que pesaba lo menos ciento setenta libras.

Todo el camino el pensamiento de Lolita se centró en el recuerdo del indio al que ella se había entregado por amor, y que hasta ese momento no se explicaba por qué la había abandonado a su suerte. 

Rápidamente Alfonso Pereira visitó a muchos conocidos que el servirían para llevar a cabo su proyecto comprar, a base de engaños las tierras de los indios.

Para esto contaba con el párroco del pueblo in gran aliado, hombre ambicioso que protegido por su sotana, era capaz de las más bajas acciones a cambio de una comisión. 

Al poco tiempo, nació el hijo de Lolita, y como a la madre se le secó la leche, los esbirros al servicio de don Alfonso, se encargaron de buscar entre las indias la más apropiada para que diera de lactar al recién nacido. 

El cholo Policarpio, para congraciarse con su patrón, recurría a las acciones más inicuas.  Con tal de satisfacer a su amo, Policarpio desechaba en el acto a todas aquellas indias que tenían hijos desnutridos, que eran la mayoría como consecuencia de los constantes cólicos y diarreas que les provocaba la mazamorra guardada, las papas y ollucos descompuestos que tenían que ingerir sumidos en una miseria execrable. 

En pocos meses Alfonso Pereira terminó con el dinero que su tío le había dado; al saber que la leña y el carbón de madera tenían gran demanda ordenó iniciar la explotación en los bosques de la montaña.

El cholo Gabriel Rodríguez, conocido como el Tuerto Rodríguez fue encargado de dirigir los trabajos así como de mantener la disciplina de los indios, que en su mayoría fueron arrancados de sus hogares para cumplir con tan inhumano trabajo. 

Toda la peonada caía producto de la modorra del cansancio, sobre ponchos donde los piojos, las pulgas y hasta las garrapatas lograban hartarse de sangre. 

Cada cierto tiempo una treintena de indios eran arreados como bestias a limpiar la quebrada grande donde el agua se atoraba en los terrenos altos y había que limpiar el cauce del río.

De lo contrario, los fuertes desagües de los deshielos y de las tempestades de las cumbres romperían el dique se formaba constantemente con el lodo, precipitando hacia el valle una creciente turbia capaz de desbaratar el sistema de riego de la hacienda y arrancar con los huasipungos a las orillas del río. 

Los indios cuando sufrían algún accidente eran tratados con desgano y negligencia, uno de ellos, Andrés Chilinquinga, se hirió en el pie con el hacha cuando cortaba leña.

Fue tratado por un curandero quien tomó el pie hinchado del enfermo y en  la llaga purulenta repleta de gusanillos y de pus verdosa estampó un beso absorbente, voraz, de ventosa. 

Las quejas y espasmos del enfermo desembocaron pronto en un grito ensordecedor que le dejó inmóvil precipitándolo en el desmayo.

El curandero estaba seguro que al extraer esa masa viscosa de fetidez nauseabunda, había alejado del enfermo los demonios que estrangulaban la conciencia de la víctima.  Andrés quedó cojo y fue destinado a labor de espantapájaros. 

Las indias no estaban exentas de los vejámenes de don Alfonso, quien algunas veces, en combinación con el cura, abusaban  de éstas.  Dentro del compromiso que don Alfonso Pereira tenía con su tío y con Mr. Chapy, estaba el de construir un camino por el cual se transportaría las cosechas a la capital.

 Para ello contaba con la ayuda incondicional de los hermanos Rusta, de Jacinto Quintana y otros cholos influentes entre la indiada que estaban dispuestos a secundar cualquier bajeza del patrón, con tal de obtener alguna ganancia. 

Centenares de indios fueron sometidos con engaños a cumplir aquella ardua empresa que arrastraría a muchos de ellos a la tumba.

Al comienzo accedieron de buena gana a tan difícil tarea, ; pero el mal trato, la mala alimentación y el castigo físico, creó un rápido descontento  Jugo de caña fermentado en galpones con orines, carne podrida y zapatos viejos, fue repartido por orden de don Alfonso entre la indiada pro provocar  el embrutecimiento alcohólico necesario para el máximo rendimiento. 

A los pocos que se resistían a las inhumanas condiciones de trabajo, el Tuerto Rodríguez se encargaba de flagelarlos a punta de látigo, para luego obligarlos a beber aguardiente mezclado con zumo de hiera  mora, orín a de mujer preñada, gotas de limón  y excremento molido de cuy.  Era un brebaje preparado por e l mismo Tuerto y que él llamaba “medicina”. 

Los cholos tenían algunas preferencias, en cambio los indios debían soportar los peores trabajos, como aquél, en que perdieron la vida muchos al intentar drenar un pantano por donde debía pasar el camino.

El cura cumplía su trabajo a la perfección prometiendo grandes cuentos en las penas del purgatorio y del infierno para que indios y cholos no desistieran en el trabajo. 

Irónicamente a lo que acontecía en Tomachi, los medios publicitarios cubrieron la heroica hazaña del terrateniente y sus secuaces, llamándolos hombres emprendedores e inmaculados. 

Don Alfonso devoró una y otra vez los artículos que su tío Julio le enviaba constantemente.  Un lecho trágico vino a enlutar aún más a los indios de Tomachi, cuando un aluvión se precipitó arrasando todo lo que encontró a su paso. 

Para el único que esto no significó una sorpresa fue para don Alfonso, pues, cuando el cholo Po9licarpio y veinte indios más quisieron ir a limpiar el cauce del río para evitar el atoro del agua, don Alfonso se negó diciéndoles que todavía no era necesario.

En el fondo el ambicioso terrateniente sabía que la única forma de hacer desaparecer los huasipungos eran arrasándolos con un aluvión; ningún patrón había podido sacarlos, pues, los indos se había revelado siempre, pero ahora, era terrible masa fangosa llevaba consigo puertas de potreros, animales, arboles arrancado de raíces y cadáveres de niños que no habían podido escapar a tiempo de las fauces hambrientas del aluvión. 

Los indios culparon de la tragedia a Tancredo Gualacota, quien se había atrevido a pedirle al cura que hiciera una rebaja en el monto que tenía que donar a la iglesia para la Virgen de la Cuchara.

La furia y la desesperación  llevaron a los indios a dar muerte al huasipnguero, el cura aprovechó este hecho para manifestar que la desgracia era “Castigo de Dios”. 

Cholos e indios acoquinados por aquel temor se arrodillaban a los pies del fraile, soltaban la plata y le besaban humildemente las manos o la sotana.

Obtuvo el cura utilidades suficientes para comprarse un camión de transporte de carga y en autobús de pasajeros, dejando el buen número de arrieros que había a lo largo y a lo ancho de toda la comarca sin trabajo. 

El aluvión dejó como saldo una hambruna infernal entre la indiada: vanos fueron los requerimientos que se hicieran a don Alfonso, quien se negó rotundamente a darles alimento.  

Cuando Policarpio, que hacía de intermediario entre el patrón y los siervos se apersonó donde don Alfonso a manifestarle que uno de sus bueyes levaba muerto varios días y que los indios solicitaban les regalara la carne podrida; éste se negó, alegando que los indios no deberían probar una miga de carne, pues “Son como las fieras, se acostumbran”.

Ordenó que la sepultasen en el acto.  Policarpio hubo de azotar a los indios e indias encargados de sepultar al maloliente animal ya que estaban disputándose la carne con los gallinazos.  “Indios ladrones”, los llamó.

 Pero el hambre pudo más que el temor a las órdenes del patrón y, protegidos por la oscuridad de la noche, varios indios, entre ellos Andrés Chiliquinga, se deslizaron con  sigilo de alimaña nocturna hasta la fosa donde yacía sepultado el animal, y luego de desenterrarlo, se disputaron el “preciado festín”. 

A los pocos días la Cunschi, la mujer de Andrés, moría como consecuencia de ingerir la carne putrefacta. 

Como era de esperar, don Alfonso se negó a soltar dinero para sepultar a la infeliz ´cuyo cuerpo, ya en estado descomposición, era velado en su choza por el desconsolado marido y algunos amigos-. 

El cura ofreció al pobre Andrés darle sepultura a la Cunschi, pero tendría que pagar treintaicinco sucres.

El indio, desesperado, solicitó un crédito; pero el ambicioso fraile le dijo que “En el otro mundo todo al contado”. Andrés deambuló por los senderos que trepan los cerros pensando qué hacer para conseguir el dinero para sepultar a su mujer.

En una vaca extraviada por esos lares creyó encontrar la solución a su problema.

 La vendió por cien sucres en un pueblo cercano donde no lo conocían, pero su hurto fue descubierto por los adulones de don Alfonso, quienes por orden de éste, lo flagelaron públicamente para que todos vieran el castigo que se infringía a los ladrones que faltaran el respeto al amo. 

De boca en boca corrió por el pueblo la noticia de la llegada de los señores gringos. 

Todas las banderas del pueblo adornaron las puertas y las ventanas para el gran recibimiento, pues, los indios estaban convencidos que aquellos señores saciarían su hambre; ni siquiera se detuvieron ante los indios, y en tres automóviles de lujo, fueron directamente a la casa de Alfonso Pereira. 

Los gringos exigieron a don Alfonso que desalojara a los indios de la loma del cerro, donde ya habían sido enviados después de ser desalojados por el aluvión, de las orillas del río.  “a cordillera oriental de estos andes está llena de petróleo”, dijeron los gringos. 

De acuerdo por lo ordenado por los señores gringos, don Alfonso contrató unos cuantos forajidos para desalojar a los indios de los huasipungos de la loma.

Grupo que capitaneado por el temible Tuerto Rodríguez y por los policías de Jacinto Quintana, la “Autoridad” de Tomachi, cumplió las ordenes con severidad, pero Andrés Chilinquinga, impulsado por su desesperación, se armó de coraje e incitó a todos los indios a defender con la vida su huasipungo. 

La multitud campesina, cada vez más nutrida y violenta con indios que llegaban de toda la comarca gritaban “Ñucanchic huasipungo” (nuestro huasipungo), mientras blandían amenazadoramente picas, hachas, machetes y palos, armas con que habían de defender hasta la muerte lo que les pertenecía. 

El primer encuentro duró hasta la noche; el Tuerto Rodríguez y Jacinto Quintana, sucumbieron ante la indiada enfurecida, que ni siquiera las balas, pudieron detener.  A la mañana siguiente fue atacado el caserío de la hacienda.

Desde la capital, con la presteza con que las autoridades del gobierno atienden estos casos, fueron enviados doscientos hombres de infantería a sofocar la rebelión.  En los círculos sociales y gubernamentales la noticia circuló entre alardes de comentarios de indignación y órdenes heroicas:

“Que se les mate sin piedad a semejantes bandidos”.  “Que se acabe con ellos como hicieron otros pueblos más civilizados”.  “Hay que defender a las desinteresadas y civilizadoras empresas extranjeras”, fueron algunas de las consignas que alentaron al comandante que dirigió la masacre de Tomachi.

Las balas de los fusiles y las de las ametralladoras silenciaron en parte los gritos de la indiada rebelde.  El último en sucumbir con su hijo en brazos fue Andrés Chiquilinga, quien pagaba con su vida, el haberse atrevido a rebelarse a sus patrones.

Cronología de la obra


Huasipungo
de Jorge Icaza (1934, 1960)

Don Alfonso Pereira, su esposa doña Blanca y la hija de éstos llegan a la hacienda de Cuchitambo por dos grandes motivos: económicos y sociales.  A causa de sus malos negocios y de las deudas en que ha incurrido, así como los préstamos que ha pedido, don Alfonso se encuentra en la miseria y debe aceptar la propuesta de su tío.  La misma supone cambios drásticos en el manejo del latifundio, que ahora pertenece, así como los huasipungueros a los inversores extranjeros.  La desgracia social que la bancarrota implica para los Pereira se ahonda: su hija, soltera, una niña de 17 años, está embarazada nada menos que de un cholo; un “cholo por los cuatro costados del alma y del cuerpo” (Icaza 67).

Los cambios que los inversores requieren en la hacienda tienen que ver con la tierra cultivable: para una mejor producción, es necesario desalojar a los huasipungueros y reubicarlos en un área no sólo normalmente castigada por la naturaleza, sino también factible de ser arrasada por la creciente.  A la vez que debían reubicar sus chozas, los huasipungueros debían arar y cultivar las laderas, hasta ese momento auténticos pedregales.  En estas operaciones, Andrés Chiliquinga sufre un accidente que lo deja rengo, y, al decir de don Alfonso, un indio rengo vale menos.  Los indios son, efectivamente, desalojados por la fuerza, y sus huasipungos corren la suerte (im)prevista: son arrasados por la creciente.

A pesar de los reiterados pedidos de socorro ante el patrón y su esposa, y el mayordomo, sus reclamos no son atendidos.  Ni siquiera el sacerdote se conduele de los indios, sino que por el contrario, los regaña por su ingratitud hacia el patrón y sí mismo, auténticos representantes de Dios —según dice— ante los indios.  El sacerdote les reclama la pereza y falta de caridad cristiana: en lugar de ir a pedir socorro a la iglesia por haber perdido todas sus posesiones, deberían dar dádivas y hacer misas en agradecimiento a la bondad que los patrones y el sacerdote les demuestran.  La situación de los huasipungueros se torna desesperante: sin techo ni comida, sin socorro alguno por parte del patrón o el sacerdote, llega la orden de (un segundo) desalojo.  A esto le siguen más reclamos aún que obtienen, como única respuesta, latigazos.  Los colonos, liderados por Chiliquinga entre otros, se levantan y atacan la hacienda.  Don Alfonso pide socorro a su tío, quien desde la ciudad envía a las fuerzas armadas para reprimir a los indefensos colonos.  Los pocos que sobreviven a la masacre, sufren las duras represalias de los patrones y el mayordomo.

Es necesario señalar la crudeza de la novela.  Esto se hace evidente en las diversas descripciones de las condiciones de vida tanto de adultos como de niños —Icaza describe vívidamente a los bebés indígenas y el enfajamiento, señalando que de esa manera permanecen todo el día, en medio de sus propias heces—, las condiciones de trabajo, las relaciones familiares y el carácter transitivo del abuso y la violencia, el hambre, las violaciones a los derechos y a la persona misma, etc.  Imágenes como la violación/abuso de la pulpera y las indias, la hambruna que ciega al punto de comer carne podrida, el trato abusivo del cura y el suministro de los ritos pura y exclusivamente pago previo, son algunas de las escenas en las cuales Icaza se detiene extensamente, ya sea a través de la narración o del diálogo.  El narrador observa, testifica.  Aun cuando parecería un observador imparcial, su mirada misma expresa el juicio —del narrador, de Icaza, entre otros— ante una situación insostenible.

Biografía del Escritor




Jorge Icaza Coronel fue un novelista y dramaturgo ecuatoriano. Nació el 10 de junio de 1906 y falleció el 26 de mayo de 1978 en Quito (Ecuador). Se graduó de la Universidad Central del Ecuador empezando a trabajar en Colombia como escritor y director teatral. Él había escrito seis obras teatrales, cuando en 1934 fue publicada su más célebre novela, Huasipungo, que le daría fama internacional y que lo llevaría a ser el escritor ecuatoriano más leído de la historia republicana. Es considerado junto con el boliviano Alcides Arguedas y el peruano Ciro Alegría Bazán como uno de los máximos representantes del ciclo de la narrativa indigenista del siglo XX.

En su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica. Este libro, de denuncia social y crudo realismo (constantes de la narrativa de Icaza), se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno en la tendencia del compromiso social de la novelística actual.

Marco Histórico de la obra

Se menciona solamente el hecho del levantamiento de unos indios contra los abusos de los patrones de las haciendas. Referencia al tie...